Cincuenta y uno
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A los nueve aprendí que mi profesor sólo me preguntaba cuando yo no sabía la respuesta.
A los diez aprendí que era posible estar enamorada de tres chicos al mismo tiempo.
A los once aprendí que, si tenía problemas en la escuela, los tenía más grandes en casa.
A los trece aprendí que cuando mi cuarto quedaba del modo que yo quería, alguien podía desaprobarlo sin reparo.
A los quince aprendí que no debía descargar mis frustraciones en mi hermano menor, porque en mi casa había frustraciones mayores y yo no tenía la sartén por el mango.
A los dieciséis aprendí que no nos enseñan a expresar de igual forma lo que se siente por un amigo que por una amiga.
A los diecisiete aprendí que la soledad iba a ser una compañera y no un enemigo.
A los dieciocho aprendí que papá siempre sería mi admirador número uno.
A los diecinueve aprendí que los grandes problemas siempre empiezan por pequeñas acciones.
A los veinte aprendí que emanciparse no admitía mirar atrás.
A los veintiuno aprendí que el sexo era… otra cosa.
A los veintidós aprendí que niños y abuelos son aliados naturales (abuela, gracias por tanto!)
A los veinticuatro aprendí que mentir es para inteligentes, pero que era muy cansado.
A los veinticinco aprendí que ser el primero no tiene por qué ser lo mejor… ni lo único….
A los veintiséis aprendí que no se cometen muchos errores con la boca cerrada.
A los veintisiete aprendí que se puede hacer, en un instante, algo que te puede doler toda la vida.
A los veintiocho aprendí a volar.
A los veintinueve aprendí que nadie vive sin problemas.
A los treinta aprendí que, siempre que estoy trabaj-viajando quisiera estar en casa; y siempre que estoy en casa me gustaría estar trabaj-viajando.
A los treinta y uno aprendí que nunca debes de irte a la cama sin resolver una pelea.
A los treinta y dos aprendí que el título obtenido no era la única meta soñada.
A los treinta y tres aprendí que darlo todo por amor no es suficiente…
A los treinta y cuatro aprendí que los que renuncian son más numerosos que los que fracasan.
A los treinta y cinco aprendí que no son los años los que dictan la edad, sino la salud.
A los treinta y seis aprendí que no somos lo que queremos enseñar, sino lo que los demás pueden ver.
A los treinta y siete aprendí que los sueños no desaparecen a no ser que las personas los abandonen. 🙂
A los treinta y ocho aprendí que ninguna emoción es permanente; todo pasa, y todo acaba; que el «nunca más» nunca se cumple y el «para siempre» siempre termina.
A los treinta y nueve aprendí que vivir no es tener estabilidad, es saber mantenerse en equilibrio.
A los cuarenta aprendí que el tiempo sólo cuenta en presente.
A los cuarenta y uno aprendí que es mejor la vida cuanto más se comparte.
…A los r
A los cuarenta y dos aprendí que siendo capaz de alegrarme de la felicidad de otros, seré feliz toda vida. (Gracias a todos los que lucháis por vuestros sueños y me dejáis compartirlos con vosotros).
…A los rendí q
A los cuarenta y tres aprendí a respirar.
…A los rendí q
A los cuarenta y cuatro aprendí que viajar me hace invencible y que bailar sana. (Abuelo, debí heredarlo de ti 😉 )
…A
A los cuarenta y cinco aprendí que detrás de un prejuicio ignorado puede haber una buena historia.
…A
A los cuarenta y seis aprendí a decir adiós por imperativo vital (te mando un abrazo, estés donde estés), y que si no buscas, no hallarás lo inesperado.
…A
A los cuarenta y siete aprendí a tener un norte, porque desorientarse forma parte del camino; y no se trata de des-conectar, sino de re-conectar.
…A
…AA los cuarenta y ocho aprendí que Ítaca no era una meta inalcanzable .💗
…A
A los cuarenta y nueve aprendí que si es importante saber a dónde ir, es aún más necesario poseer la aceptación y flexibilidad para ajustarse a los cambios de ruta; y que el cometido del tiempo es consumirse, pero que hoy es siempre todavía.…
…A
A los cincuenta aprendí que no soy más feliz cuando más tengo sino cuando menos necesito y que esta premisa tiene sólo una excepción: reunir en un mismo lugar a la gente que quiero.
…A
Realmente no tiene mucha importancia hasta qué edad vivimos, lo importante es sentir que no lo hemos hecho en vano.
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